Setenta días de permanecer distanciados me han hecho entender lo bonito que era estar cerca. Como seres humanos, una vida sin vida social pareciera no ser vida. Pero ya saben lo que dicen, “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante”, y esta frase cobra hoy tanta importancia porque nos hace recordar, en momentos de exasperación, que todo pasa y que, finalmente, el tiempo lo cura…
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